Uno rapidito (Relato erótico)

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Nos estábamos besando apasionadamente en el sofá de la sala cuando sorpresivamente me cargó entre sus brazos y me llevó hasta mi habitación. Estábamos a solas y se oía el golpeteo de las gotas de la furiosa lluvia en el techo de mi humilde casa.

—Para, José —intenté detener sus intenciones—. No es el momento, mi amor

Llevábamos tres meses de novios en una relación en la que el sexo era el pan de casi todos los días y digo casi porque era la presencia de nuestros padres en casa lo que nos hacía imposible el disfrutar del sexo a diario. Nos encantaba, estábamos tan compenetrados y quizá enamorados que lo único que nos importaba era estar juntos y enredarnos en la cama, enfermos de amor, enfermos de pasión y de sexo desenfrenado. Era como una adicción, una adicción a la que nos costaba poner en pausa.

—Puede llegar mi padre —insistí, mientras él me acostaba en la cama y continuaba devorándome a besos ignorándome mis advertencias

Se quitó la camisa fugazmente y se bajó el pantalón y el bóxer hasta las rodillas para luego pedirme con voz autoritaria que me pusiera en posición de perra apoyando mis rodillas en el suelo y quedando semi acostada en mi cama.

Me encantaba la forma en que José Luis procedía cada vez que teníamos relaciones, esa forma brusca de llevarme a la cama, de besarme, de tocarme y de mandarme como si yo fuera su sirvienta.

La puerta de mi habitación quedó abierta y el ruido estruendoso de la lluvia caer en el techo me producía una sensación muy excitante, sumada al hecho de que en cualquier momento podía llegar mi papá aunque él y yo muy bien sabíamos que era poco probable que se apareciera tan temprano. Eran como las 3.00 de la tarde y mi padre trabajaba hasta pasadas las 5.00

Le hice caso y me acomodé como él quería verme, en cuatro como su perra, mis rodillas pegadas al suelo y mi cuerpo semi acostado en la cama.

No tardó en subirme la falda que llevaba y seguidamente bajó mi panti.

—Te voy a romper ese culo —me dijo morbosamente y con aquel tono de voz de hombre muy molesto.

No era la primera vez que disfrutábamos del sexo anal pero en esa ocasión no estaba preparada para ello.

—No me limpié José, por ahí no

Poco le importaron mis quejas y sentí como me abrió las nalgas y me escupió varias veces para luego meter por allí su lengua. Yo seguí quejándome intentando hacerlo desistir de su loca idea de darme por el culo sin antes haberme preparado.

Él continuó explorando mi agujerito con su lengua, algo que me enloquecía en gran manera.

—No, José, ya te dije que no, que no me limpié

El continuaba ignorándome, estaba concentrado en mi culo, yo miraba hacia mi almohada y el espejo mientras disfrutaba de su lengua dándome pequeñas pinceladas en mi ano.

Y entonces sentí que se acercó a mi culo con su enorme verga ya totalmente erecta. Me iba a coger y yo iba a permitirlo por mucho que me quejara.

Sentí su glande apoyarse en la entrada de mi culito y este lo recibió con tanta facilidad que sentí vergüenza. No le costó nada entrar, aquella cosa que medía 20 centímetros comenzó a entrar lentamente en mi culito y de inmediato me mojé

—Que no, que no, que no —le insistí varias veces para que desistiera pero ya me la había metido toda.

—Qué perra eres. Mira cómo te entra toda, puta.

Y ya no tenía voluntad para negarme, para hacerme a un lado y detenerlo, ya me estaba cogiendo y no iba a poder detenerlo.

Comenzó a sacarla y meterla y aquello me enloquecía, la sensación era muy extraña para mí, nunca me la había metido sin antes hacerme una limpieza anal. Me dio vergüenza, me sentí sucia y me sentí demasiada perra también.

Pasado un minuto ya mi novio estaba como endemoniado metiendo y sacando su verga de mi culo y yo gimiendo y quejándome del placer y de esa extraña sensación de sentirme sucia.

José me nalgueaba al tiempo que me decía vulgaridades, su pene entraba con tanta facilidad en mi cola y yo me dejé hacer, me dejé coger y me dejé usar.

Pasaron varios minutos, quizá cinco minutos en los que me corrí varias veces sintiendo la verga de mi novio destrozar mi culo. Se corrió dentro de mi cuando ya no pudo más y al llenarme volví a correrme como la puta que era.

Lástima que un mes después nuestra relación iba a terminar gracias a una infidelidad de su parte.

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